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sísifo

tres eran tres

tres eran tres

Tengo dos amigas. Con ellas soy un tres. Y me gusta.

Cuando estamos juntas, las veo reírse (en muchas ocasiones reírse de mí) y parecen tan llenas de vida que me da una cierta envidia.

Son dos personas (tan parecidas entre sí como diferentes de mí), a las que parece que les haya tocado vivir una especie de levedad. Veo en ellas una suerte de halo de ingravidez que las hace parecer a menudo que pertenecieran a otro mundo, un mundo en el que viven y que alguna vez abandonan para compartir éste con nosotros.

Y yo las conozco, y sé que sus vidas contienen tantas alegrías y desgracias como la mía, como las de los demás... pero también tienen esa ingenuidad del que sabe que tiene otro lugar, lejos de éste, donde refugiarse y volver a ser niñas.

Con el tiempo se han convertido en esa familia que uno escoge.

Y de algún modo, como el que pinta un graffiti en la pared, he sentido la necesidad de que constaran en algún sitio, tal y como yo las veo. Porque me alegro de que siempre, pase lo que pase, estén ahí.

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