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sísifo

cosas que hacen que la vida valga la pena

Hoy venía escuchando en la radio, en la Ventana de la Ser, a Manuel Cruz y Manuel Delgado, en un espacio que recomiendo que se llama "Pensar por pensar".

Andaban ellos reflexionando sobre el verano, y la necesidad que tenemos de que el verano sea todo lo que no podemos hacer el resto del año, que parece que sea esa época en la que uno se lo tiene que pasar bien (o de lo contrario se frustra todo el año hasta las siguientes vacaciones)... y, finalmente, pareciera que la conclusión era que lo mejor sería ser feliz todo el año, intentar disfrutar de las pequeñas cosas, y no dejarlo todo en manos de una época concreta.

Así que iba yo en esas, pensando en cómo disfrutar de mi vida antes incluso de que llegue "mi verano", y me ha llamado un amigo. Un tipo que conocí hace más de diez años y que no veo hace más de cinco... Pero alguien con quien pasé los mejores años de mi vida (los cuatro que pasé en la facultad).

Fueron tiempos de aprendizaje, pero también de ilusiones, de conocer cosas nuevas, de compartir... Era aquel tiempo en el que no me costaba levantarme por las mañanas, siempre con una ilusión renovada de disfrutar todos los momentos del día.

Supongo que cuando pasé a levantarme cada mañana casi exclusivamente para trabajar, quedándome sólo un trocito de jornada para ser yo misma y para desintoxicarme del mundo comercial y enajenado fue cuando perdí esa alegría matutina...

Quizá este verano, aunque estaba de acuerdo con eso de que la vida debe aprovecharse en todos sus momentos, quizá este verano recupere aquella ilusión por levantarme cada día, buscando hacer de mi día lo que yo quiera... dejando que el día haga de mí lo que desee: que creo que es donde reside la verdadera felicidad, sin agendas, sin agobios...

Como en aquella canción... "cosas que hacen que la vida valga la pena"...

Entre Nietzsche y Dios, me quedo con Nietzsche

Ayer vinieron un par de mormones a predicar a mi casa.

Cuando estaba en Badalona nunca abría la puerta, porque nunca venía nadie a verme... estaba demasiado lejos. Pero ahora, en Mataró, con la familia cerca, siempre pienso que pueden ser visitas.

Así que abrí confiada y me encontré con dos chicos encorbatados.

No recuerdo cómo empezó la conversación. Sí recuerdo que les dije que yo no creía en Dios. Así que uno, el "portavoz", me dijo que él al principio tampoco, pero que El libro del Mormón y la Biblia le habían ayudado a encontrar la fe.

Así que yo les dije que yo no quería encontrarla. Simplemente, no creo. Pero parece que tenía un día especialmente comunicativo, de modo que decidí explicarles los antecedentes. Les conté que mis padres son creyentes, y que ellos encuentran sus respuestas en Dios y en la Biblia, y que yo había ido muchos años a catequesis, pero que mis preguntas no se resolvían con Dios.

Y lo curioso de todo esto fue su respuesta, en forma de pregunta. Me preguntó si había sufrido algún acontecimiento traumático, algún suceso que me hubiera hecho perder la fe...

Me resultó chocante. ¡Me dio la sensación de que me estaba preguntando si me había dado un golpe en la cabeza!

Así que, viendo que a lo único que me iba a conducir la charla era a más charla, les acabé diciendo: "Sabes qué pasa, que entre Nietzsche y Dios, me quedo con Nietzsche."

Eso fue fulminante y definitivo. Se fueron sin apenas mediar dos palabras más.

Me hicieron recordar que, hace unos años, un conocido me decía que yo era poco menos que una minusválida moral porque Dios no me había tocado con su gracia para que tuviera fe... Y desde entonces me dan mucha rabia los que quieren convencerme de que debo creer... Cierto es que este tipo de gente (los que van casa por casa) son un extremo. Me recuerdan a los vendedores de una empresa de servicios.

Yo no hago ningún esfuerzo por convencer a nadie de que debería ser existencialista. Es mi camino, y dejo que cada uno escoja el suyo. ¿Por qué el de la fe es siempre tan exclusivista?

¡Suerte que tengo otros amigos que creen en Dios y que me dejan creer en lo que a mí me dé la gana!! ¡De otro modo empezaría a pensar que ese Dios es un tipo un poco impresentable por tener ese tipo de representantes y comerciales!

decisiones

decisiones

¿Qué pasa cuando echas de menos a alguien y no se lo puedes decir? ¿Qué pasa cuando ves pasar un futuro perfecto por delante de tus ojos y lo pierdes? ¿Qué podría pasar si intentaras que ese futuro fuera el presente y no funcionara?

La vida es complicada. Las decisiones hacen de la vida algo realmente complicado.

Aquel que dice que la vida no es complicada y somos nosotros quienes nos la complicamos está olvidando que las decisiones las tomamos nosotros, y esas decisiones hacen de nosotros una vida, feliz o no, una posibilidad única entre todas las que hubiera. Tenemos a cada paso una posibilidad que escoger, y cada una de ellas va formando una partida de ajedrez... esa partida es la única que tenemos hasta que matan al rey y dejamos de respirar...

¿Por qué nos cuesta tanto decidirnos? ¿Por qué a veces tenemos delante el camino que queremos seguir y escogemos otro? ¿Por qué el miedo nos puede llevar a alejarnos de aquello que queremos por encima de todo en esta vida? Cuando una mirada se encuentra con otra todo el mundo se para alrededor. Pero, aunque nos demos cuenta de eso, no hacemos nada y lo dejamos pasar... pero esos momentos no vuelven si nosotros los rechazamos... Las decisiones lo hacen todo, pero a menudo decidimos mal.

Hoy he escuchado: "A menudo, la felicidad está en las cosas que no planeas, en las que no ves venir". Puede que debamos dejarnos de decisiones, y dejemos que las cosas que nos pasan se adueñen de nuestra vida. Dejando que los acontecimientos que nos han cambiado sigan cambiándonos para que, con suerte, encontremos la felicidad al final del camino.

Cuestiones [fragmento]

Decidme:

¿Qué es el hombre?,

¿De dónde viene?

¿A dónde va?

¿Quién habita allá arriba,

sobre las estrellas de oro?

Las ondas murmuran su sempiterno arrullo,

sopla el viento, vuelan las nubes,

los astros centellean fríos e indiferentes.

Y entretanto, un pobre necio

espera que se le conteste.

                                      Heinrich Heine

educación

educación

Últimamente he estado en conversaciones que rondaban el sistema educativo, y lo que parece que está siendo un fracaso en "educar" o "humanizar" a las generaciones del futuro...

Vaya por delante mi opinión: la escuela está para formar, no para educar, porque para esto ya está la familia. Pero también estoy algo de acuerdo con los que dicen que la familia cada vez se disfruta menos horas, y que los aparcamientos en los que se convierten a menudo los colegios no dan abasto para poder "domar" según qué fieras.

Sin embargo, esto último es la excusa que usan muchos para quitarse una responsabilidad: "Como no tenemos tiempo, que los eduque el colegio."... y se equivocan: un profesor, por bueno que sea, nunca conseguirá suplir a un padre y una madre, que nos enseñen por dónde tenemos que caminar en este terreno pantanoso que es la vida.

Y, por otro lado, siempre hubo padres y madres trabajadores, que no tuvieron demasiado tiempo pero el que tuvieron no lo escatimaron y no usaron la televisión como canguro perpetuo.

También me comentaban que en Francia se plantean dictar por ley que profesores y alumnos se traten de Usted. ¿Y creemos que eso arreglaría algo? Si no nos tenemos respeto, podemos insultarnos educadamente, pero seguirá siendo un insulto...

Y, por otro lado, yo que últimamente tomo decisiones que hacen de mi vida un desastre emocional, me sigo preguntando: Si yo, que creo que he tenido (¡y tengo!) unos padres que me enseñaron el buen camino, y en general una familia que me da su apoyo y su serenidad, y que consiguen que mis altibajos no acaben conmigo, sigo sintiéndome fatal a días alternos (combinando mi optimismo bien informado con mi depresión)... ¿Qué será del futuro de esos niños que ya ahora, con menos de 10 años, son unos tiranos que creen que tienen todos los derechos por haber nacido y que sus padres (ni la humanidad en general) no les pueden negar nada? ¿Esos niños que están acostumbrados a coger sin pedir, y a gritar cuando no se les escucha?....

Creo que el problema no es que llamen de Ud. a los profesores... ¡sólo que los respetaran (a ellos y al resto de los humanos) tendríamos bastante!!

más sencillo es mejor

más sencillo es mejor

Yo me río mucho. Quien me conozca lo sabe. Y además soy muy escandalosa cuando me río... y me gusta. Me gusta reírme y no cortarme a la hora de hacerlo.

Odio esa gente que conozco que cuando se van a reír están más pendientes de las arrugas que de su felicidad. Me parece un desperdicio.

El caso es que esta mañana hablaba de eso con un compañero de trabajo. Y os aseguro que es una cosa insólita que en el mundo laboral en que me muevo uno pueda hablar de eso... (Parece que la felicidad tampoco es un gran valor en mi empresa).

La cuestión es que él me decía que su mujer no suele reírse, y que a él le sabe mal porque ha visto muchas cosas malas en su vida (enfermedades, etc.) que le han demostrado que la vida está para vivirla lo mejor posible.

Aún andaba yo pensando en eso, cuando me han llamado para contarme que a una compañera le han diagnosticado un cáncer de linfoma... Y me he quedado petrificada.

Porque, a pesar de mis risas, a menudo me cuesta recordar que la vida es algo que debe disfrutarse al máximo. A mí me encantó la película (aunque fuera un poco ñoña) del Club de los Poetas Muertos porque era una especie de canto a la vida... y porque me recordaba aquello que yo suelo olvidar...

Lamentablemente, noticias como la de hoy me recuerdan con gran fuerza esa lección.

Por otro lado, estaba poniéndome al día con el blog diario de Juan Cruz y he leído algo que me ha gustado: le preguntaron "¿qué le enseñó la vida?" y él contestó: "He aprendido que más sencillo es mejor".

Me quedo con eso. Ojalá aprendiéramos a hacerlo todo más sencillo.

tres eran tres

tres eran tres

Tengo dos amigas. Con ellas soy un tres. Y me gusta.

Cuando estamos juntas, las veo reírse (en muchas ocasiones reírse de mí) y parecen tan llenas de vida que me da una cierta envidia.

Son dos personas (tan parecidas entre sí como diferentes de mí), a las que parece que les haya tocado vivir una especie de levedad. Veo en ellas una suerte de halo de ingravidez que las hace parecer a menudo que pertenecieran a otro mundo, un mundo en el que viven y que alguna vez abandonan para compartir éste con nosotros.

Y yo las conozco, y sé que sus vidas contienen tantas alegrías y desgracias como la mía, como las de los demás... pero también tienen esa ingenuidad del que sabe que tiene otro lugar, lejos de éste, donde refugiarse y volver a ser niñas.

Con el tiempo se han convertido en esa familia que uno escoge.

Y de algún modo, como el que pinta un graffiti en la pared, he sentido la necesidad de que constaran en algún sitio, tal y como yo las veo. Porque me alegro de que siempre, pase lo que pase, estén ahí.

"Cayuco en las costas de Tenerife" por Desiree Martín

"Cayuco en las costas de Tenerife" por Desiree Martín

Hoy hablaban en la radio de la foto del día. La de Desiree Martín.

Antes de ver la foto, ni de saber nada de ella, lo que más me ha impresionado es el modo que tiene de hablar. Transmite estar plenamente implicada con una labor, no tanto de fotógrafa, ni de periodista, sino, sobretodo, de mirada crítica sobre un problema de su tierra.

Tanto es así que he buscado la foto. Y es la que veis. No es la típica imagen que todos tenemos de la hambruna, y eso es lo que lo hace más tremendo, porque puede que no vengan a buscar acabar con el hambre, sino que vienen persiguiendo algo a lo que todos tenemos derecho (comentaba Desiree), que es a tener un reto, una aspiración... en definitiva, una vida.

Por otro lado, este tipo de fotógrafos suelen recibir críticas porque, supuestamente, se sientan a mirar la desgracia con un fin puramente "comercial"... (sólo hay que recordar el incidente con la foto que fue premio Pulitzer de Kevin Carter). Pero oyéndola se da uno cuenta de que si no estuvieran ellos para enseñárnoslo (dado que "lo que no sale en las noticias no existe"), si no fuera porque nos hacen de prismático para ver lo que está lejos, no lo veríamos nunca.

Eso me ha hecho pensar dos cosas:

Que es triste que aquello que algunos vienen a buscar (y no dudan en jugarse la vida para conseguirlo), es lo que nosotros tenemos a diario y que, en el mejor de los casos, ni siquiera valoramos.

Y, por otro lado, que ella hace lo que puede en su entorno, que es buscar la fotografía que mejor pueda trasladar una situación terrible que pasa en las costas de su tierra. Pero quizá nosotros no deberíamos ir tan lejos y, si nos esforzáramos por hacer (cada uno de nosotros) algo bueno por los que tenemos al lado... sí, como aquella película, Cadena de favores. O como aquella anécdota de los que leíamos a "Zipi y Zape" de la buena acción del mes...

Ojalá un día nos pongamos todos de acuerdo, hagamos algo bueno por el prójimo, y todo esto cambie de una vez.

Sant Jordi

Sant Jordi

Estaba por decir que no me gustan las celebraciones comerciales... pero me acabo de dar cuenta, repasando un poco algunas, que lo que realmente me disgusta es ¡que el comercio se adueñe de las celebraciones!

Es verdad, lo asumo, estamos en la sociedad del consumo, y lo que no se compra ni se vende parece que no tenga valor.

Y también soy consciente de que un día como hoy, por muy comercial que sea, le da un valor añadido a los libros, y esa es una aventura por la que apostaré siempre.

Pero me duele pensar en todo el dinero que estamos invirtiendo en este tipo de cosas... aunque, por otro lado (no seamos tan catastrofistas!), recibir o regalar una rosa (no digamos ya un libro) da cierta ilusión que seguramente no se puede pagar con el precio de lo que valen.

Por lo tanto, hoy intento reconciliarme con este tipo de celebraciones... aunque sea sola, sin rosa, sin libro... y ¡sin capullo!

Paco Ibañez

Paco Ibañez

Paco Ibañez en concierto del Liceu:

NOS QUEDA LA PALABRA

Gran Teatre del Liceu, 23/04/07 21:30h. 

En directo en:  www.aflordetiempo.com

 

Pdta:  Jo... Hacía tiempo que no me ponía un disco suyo, y casi había olvidado lo que me gusta oir su voz, recordando las palabras de los poetas de hoy y de siempre.

Estas son las cosas que me reconcilian con el mundo.

 

ridículo

¿De dónde vendrá la sensación de ridículo? ¿A qué responde en realidad? No lo sé. Pero está claro que cualquiera de nosotros recuerda (y seguramente de hace no demasiado tiempo) haberlo hecho alguna vez. Creo que es algo bastante humano... pero no sé a qué viene... Lo que sí sé es que es una de las sensaciones negativas que más rabia me da.

Ayer (sin ir más lejos) pasé uno de los ridículos más espantosos de mi vida. Y lo peor de todo es que, como suele ocurrir, sólo me di cuenta yo. Y creo que eso es lo peor dentro de lo más malo...

No es suficiente con pasar un mal rato, ¡no! ¡Además es necesario que te des cuenta de que es un mal rato absolutamente innecesario, porque el motivo por el cual tu te sientes ridículo sólo lo sabes tu! ¿Habrá algo peor?

Porque uno debe pensar: "¡Sí!: claro que hay algo peor: ¡Cuando haces el ridículo y los demás también se dan cuenta!" (Del estilo de cuando te caes en un sitio público, o algo así)...

Pero yo creo que no. Yo me siento peor cuando por un motivo o por otro hago algo que, de pronto, pienso que me está dejando en un mal lugar, que siento o hago algo que no debería, y me pongo roja hasta la médula, y no sé cómo reaccionar, y balbuceo, y me siento como una cría... Y miro a mi alrededor y los demás no se dan cuenta, porque todo ese mal rato sólo existe en mi cabeza....

Empiezo a pensar que los seres humanos tenemos algo de masoquistas... ¡y de ridículos!

Las invasiones bárbaras. Denys Arcand

Las invasiones bárbaras. Denys Arcand

Una invasión bárbara puede ser la Segunda guerra mundial... o cualquiera de ellas. Una invasión bárbara es el 11S o una enfermedad cualquiera. Estamos rodeados de invasiones bárbaras, nos demos cuenta o no. Eso es lo que plantea el director de esta película. Eso y que, lo que nos diferencia a todos, es de qué manera nos enfrentamos a esas invasiones.

La vida no es más que eso: hacer frente a todas las invasiones (bárbaras o no) y seguir viviendo, construyendo, amando.

cine de autor

cine de autor

Acabo de ver una de esas películas que me recuerdan por qué me gusta tanto el llamado cine de autor... No sé, y creo que nunca entenderé, qué genio ilumina a los que crean en dos horas escasas un relato capaz de llenar el corazón y los sentidos con una historia rica y llena de sentimientos. Son capaces de meter una vida entera en esos pocos minutos, cuando muchos de nosotros a menudo nos vemos incapaces de llenar de algo con sentido el tiempo de una vida entera...

En cualquier caso, como decía el torero: "¡tiene que haber gente pa’ tó’!"... gente que disfrute haciendo películas, y otros que nos limitemos a disfrutar de su obra, como de tantas otras obras que produce el arte.

P.D. En este caso, la película era "Las invasiones bárbaras", de Denys Arcand.

martes 13

martes 13

"El corazón del hombre necesita creer algo y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer."

Mariano J. de Larra

Martes y 13... ¡cuánto mito contiene esa fecha...!

Es curiosa la facilidad que tenemos los humanos en desprendernos de la responsabilidad de nuestro futuro o nuestro pasado siempre que podemos: Si nos pasa algo realmente bueno o realmente malo, decidimos que es a causa de la Suerte.

Si pensamos en algo muy bueno que nos pase, seguramente no nos creemos capaces de generarlo nosotros solos. Debe ser que tenemos una tendencia pesimista que nos hace creer que las cosas buenas de la vida no nos las hemos ganado y que, por tanto, deben ser cosa de la Buena Suerte.

Por otro lado, si nos pasa algo realmente malo, estamos seguros (esta vez sin duda alguna) de que no somos merecedores de tal pesar, y, por tanto, debemos encontrar algún culpable que esté fuera de nosotros... y ¿quién mejor que la Mala Suerte?

Seamos más o menos creyentes, la cuestión es que siempre está ese personaje ficticio, responsable de nuestras alegrías y nuestras penas, para echarle la culpa. Seguramente porque nos sabemos finitos, limitados, y necesitamos de algún modo creer que no todo depende de nuestra triste finitud: es mucho más interesante creer que hay infinidad de cosas que no dependen de nosotros.

Mi teoría (quizá por optimismo vital) es que primero fue la Buena. Uno confiaba en que el futuro le deparase grandes cosas, y se confiaba a la Buena Suerte para que se las trajera. Así tenía ilusión para que todas esas grandes esperanzas se cumplieran, cual fuera su situación personal o la predisposición que tuviera para conseguir que ese futuro fuera positivo a costa de su esfuerzo personal.

Pero, si en alguna ocasión no se cumplió, y su futuro fue más negro de lo esperado, lo lógico era irse al polo opuesto, buscar allí un responsable de sus desdichas... ¡y allí estaba ella, la Mala Suerte!!

Y por supuesto, contando con lo fetichistas que somos todos (unos más que otros, pero en el fondo todos en alguna medida), necesitábamos que eso se encarnara en alguna situación, cosa o fecha... y así aparecieron los gatos negros, las temidas escaleras, los números malditos (13) o los benditos (7)...

Bueno, pues si es así, y hay alguna cosa divina que cifre lo que será de nosotros... si no es una vana esperanza de nuestro corazón para creer en algo... que sea verdad y que, descontado este día y algún otro que podamos encontrarnos en el año (viernes 13, etc), a ver si se cumple y este año, acabado en el mágico 7, nos trae suerte a todos.. ¡¡pero de la buena!!

P. D. Esto lo escribí el Martes 13... pero Blogia no funcionaba (tuvo un problema con el servidor) y hasta ahora no lo he podido colgar. Debe haber sido cosa.... de suerte (mala)....

despedida

despedida

Hace unos días murió mi abuela.

Tenía 91 años y (últimamente) muchos achaques... pero uno nunca acaba de estar preparado para esto, aunque se lo vea venir...

Además, cuando alguien querido nos deja, siempre nos da por pensar en todos los demás que se fueron antes. Y eso le añade un punto más de amargura al momento ya triste de la pérdida.

De mi abuela, sobretodo me queda el recuerdo de la última vez que la vi. Fue casi por casualidad. Fui a verla a Orihuela de paso hacia otro lugar. Y nunca me alegraré tanto de haberlo hecho.

La verdad es que aquel día pasamos un buen rato. Me contó historias de cuando era joven, de ella, de mi abuelo... no recuerdo haber estado así con ella nunca. Siempre había más gente alrededor, familia, etc. Fue la única vez que he estado "a solas" con ella.

Pero tampoco olvidaré el fin de semana que hemos pasado despidiéndola. Es grato ver cuando alguien se va y tanta gente viene a despedirla. Cierto es que algunos venían por que conocían a la familia y no a ella... pero, ¿quién dice entonces que no la conocían? Al fin y al cabo, la mitad de la gran familia que somos nosotros depende de ella, como muchos recordaron entonces. Toda la familia de mi madre existió porque ella estaba. Y toda la familia que se ha creado a partir de esa genealogía también le debe a ella su existencia.

Quizá nunca pensamos lo suficiente en lo importantes que somos en esa cadena: Uno hace su familia por una cierta costumbre, porque es lo que toca con la edad: uno se casa, tiene hijos... pero puede que no nos planteemos (al menos yo no lo hacía) que hay un montón de gente y un montón de cosas que tendrán existencia a través de esa unión.

La unión de mi abuela y mi abuelo creó a mucha gente que fuimos a despedirnos de ella el lunes. Y, si realmente tienen razón los que creen y ella estaba en algún sitio observando, seguro que se sintió feliz.

Fue un fin de semana emotivo, de besos y abrazos, de llantos pero también de alegrías. Los sentimientos a flor de piel y los recuerdos flotando por todo el ambiente. Cada uno de nosotros teníamos algún recuerdo que contar: los más mayores, recuerdos de cuando ella era más joven; los más jóvenes, de una abuela que siempre estuvo ahí y que no quisimos plantearnos nunca un futuro sin ella.

Algunos tuvimos la suerte de poder hablar con ella el mismo día de su marcha. Tenía los ojos muy abiertos, y tan efusivos que parecía que expresaban una tranquilidad que nadie tenía en ese momento... Ojos de niña, sin miedo, con alegría de vernos a todos rodeando su cama. Sin poder hablar a causa de los ahogos y la mascarilla de oxígeno, pero no pudiendo dejar de intentarlo, nos preguntó por cómo nos iba, cada uno le contó su parte y se alegró de que nos fuera todo bien... Sonreía a cada respuesta nuestra, nuestras novedades y nuestro porvenir allí, ante una ausencia clara de futuro.

Y nosotros, a cambio, llorábamos de ver que ese mañana ya lo haríamos sin su compañía.

Es ley de vida. Lo sabemos. Pero eso no nos quita la tristeza... quizá la atenúa, pero no se la lleva.

La tregua

La tregua

Aunque yo viajara, aunque me fuera de aquí y tuviera oportunidad de sorprenderme con paisajes, monumentos, caminos, obras de arte, nada me fascinaría tanto como la Gente, como ver pasar a la Gente y escudriñar sus rostros, reconocer aquí y allá gestos de felicidad y de amargura, ver cómo se precipitan hacia sus destinos, en insaciada turbulencia, con espléndido apuro, y darme cuenta de cómo avanzan, inconscientes de su brevedad, de su insignificancia, de su vida sin reservas, sin sentirse jamás acorralados, sin admitir que están acorralados. La tregua. Mario Benedetti

Hace ya años que me leí ese libro. Pero se lo dejé a un amigo que me lo acaba de devolver (sí: ¡algunos tienen esa sana costumbre!) y he aprovechado para volver a leerlo.

Se trata de un diario que lleva a cabo cincuentón en el último año que le queda antes de jubilarse.

Relata sus últimas experiencias y, lo hace con tal viveza, que prácticamente consigue que lo vivamos con él.

Imagino que cualquier historia nos gusta más o menos en función de la cercanía que tenga con nosotros, con nuestra propia historia. Pero intuyo que hay algunas historias que son tan humanas que le llegan a uno en cualquier caso.

Poco a poco vamos entrando en la vida anodina de un personaje que, a pesar de no tener gran interés, nos atrapa. Posiblemente porque tiene el mismo interés que cualquiera de nosotros. Al fin y al cabo, todos somos personas que, hagamos lo que hagamos en nuestra vida, sentimos, padecemos y reímos casi por las mismas razones. Aunque a menudo queramos pensar que somos diferentes, únicos, especiales (y no digo que no sea cierto), también debemos recordar que somos ejemplares de una misma especie, de un mismo error genético que hizo que pensáramos, que nos reconozcamos en el espejo, que construyamos ciudades... pero, sobretodo, ¡que podamos compartir historias!. Historias como las que nos trae Benedetti, o como las que nosotros mismos podamos compartir con nuestros vecinos de vida.

Es un libro del que no recordaba cuánto me impactó, y que ahora ha vuelto a hacerlo al cabo de años. Me recuerda que la vida, cualquier vida, representa una historia digna de ser contada. Con sus sentimientos y con sus agonías, con sus tristezas y sus simples rutinas. Me recuerda que cualquiera de nosotros tiene una vida en la que caben grandes cosas, aunque seamos personas "insignificantes", que en el mejor de los casos dejarán tras de sí un recuerdo en las demás personas, o que en el peor de los casos desaparecerán sin dejar huella, sin que nadie les recuerde. En cualquier caso, gente que comparte a otra gente y que invade este planeta que consideramos nuestro.

Sobretodo me gusta ese fragmento, en el que habla de la Gente. Yo también he sentido a menudo fascinación por la gente. Siempre pensé que lo bueno de viajar, más allá de ver cosas nuevas, monumentos, etc, lo bueno era ver gente diferente. Cuando he viajado y he podido entablar relación con personas de otros lugares (dentro o fuera de España) he disfrutado mucho más el sitio donde haya ido, porque, al fin y al cabo, ¿qué es una ciudad? No puede ser sólo un conjunto de edificios, plazas, campos... Si las ciudades fueran eso no tendría sentido viajar, desplazarse miles de kilómetros para verlo: Internet nos lo pone todo cerca.

Sí, ya sé que la magnitud que pueda tener una pirámide o una catarata no la trae nunca una fotografía... pero ¿qué valor tendría eso si no fueran sitios donde residen nuestros semejantes? Tengo la firme convicción de que los lugares no son solo espacios físicos, sino también emocionales: si no hubiera Gente en esos lugares, el atractivo sería diferente.

El curioso incidente del perro a medianoche

El curioso incidente del perro a medianoche

"Yo creo que los números primos son como la vida. Son muy lógicos pero no hay manera de averiguar cómo funcionan, ni siquiera aunque pasaras todo el tiempo pensando en ellos. El curioso incidente del perro a medianoche. Mark Haddon

Pensamos que los demás ven la vida como nosotros. Que el mundo debe ser el mismo para todos. Pero leyendo este libro me daba cuenta de que realmente no es así.

Quiero decir que, cuando yo voy al metro o paseo por la calle, etc, pienso que los que me rodean ven un mundo de personas, donde se puede ir al metro o pasear por la calle.

Este libro, en cambio, habla de un chico que no puede hacer todas esas cosas sin miedo porque no es un chico normal.

De modo que, vives una aventura, contada por un chico diferente, que te hace ver que la vida puede ser otra cosa. Que la lógica podría ser el sentido común (o que, al menos, lo es para él), y que muchas veces si nos fijáramos en los detalles todo sería de otro modo.

Quizá es verdad que la vida es como los números primos.... y que deberíamos pensar menos, olvidarnos de intentar saber cómo funciona, y vivir sin miedo.

gente

gente

Fin de año... ¡qué época más extraña!

En general, las Navidades siempre me han sido un tanto ajenas... bueno, creo que ese "siempre" va desde que dejé de creer en los reyes magos, hasta que hemos empezado a compartir las Navidades con las sobrinas, que aún creen en la magia... creo que eso me ha hecho recuperar el gusto por creer que todo es posible. Pero, esa es otra historia.

La cuestión es que ayer, compartiendo una cena con unas amigas, me di cuenta, tras varios mensajes de móvil, de algo extraño: Yo siempre había dividido a las personas que conocía en dos categorías: amigos y conocidos... pero desde ayer empiezo a plantearme que debe haber otra categoría intermedia. Porque yo siempre he dicho (supongo que como todo el mundo) que los amigos se cuentan con los dedos de una mano... o quizá con los de las dos (si uno es afortunado), pero no mucho más. Y pensaba que el resto eran conocidos: personas que encuentras en la vida, que conoces pero no mucho.

Sin embargo, ayer caí en la cuenta de que muchas de las personas que me mandaban sus buenos augurios para el 2007 no las puedo considerar amigos, pero tampoco son simples conocidos... son gente que me aprecia (lo cual, también debo decirlo, me hizo muy feliz ayer), pero que nunca he tenido ocasión de conocer realmente. Personas que he conocido en el trabajo, o a través de otras personas conocidas, gente con quien quizá no he compartido demasiadas cosas y que por ello no han llegado a ser "amigos", pero que me desean buenas cosas para el año que viene, y eso significa que son algo más que conocidos en mi vida.

Si, también tengo en cuenta la afición que estamos cogiendo de hacer cadenas, que en Navidad pasa del simple fordward para convertirse en sms... pero hay que tener algo en cuenta: ya los mails tan criticados (también por mí) de las cadenas famosas, tienen algo que habría de valorarse, y es que es el modo que la gente ha encontrado para decirse unos a otros que se acuerdan de ellos, que aunque no compartamos nuestras ajetreadas vidas con todos los que quisiéramos, estamos ahí unos para otros. Y eso no me parece tan desdeñable como a menudo nos pueda parecer.

Pero, cuando se trata de un sms, se vuelve incluso más personal. Sí, de acuerdo, no deja de ser una cadena en la que uno recibe un mensaje que le gusta y lo reenvía a decenas de personas... pero... ayer decidí que no se le podía quitar todo el valor por ello... hemos encontrado una forma extraña de dar un abrazo a alguien que está lejos... y, aunque ese abrazo no siempre sea sincero, no podemos meter a todos en el mismo saco, ¿no?

Comienzos...

Comienzos...

"Tal vez la razón de que tengamos calendarios y marquemos la vida en años, radique en que el propio ciclo brinda esperanza. Necesitamos comienzos frescos y nuevas oportunidades, y saber también que todavía disponemos de puntos de partida, a pesar de haber desperdiciado unos cuantos. El reloj anual puede empezar a funcionar en cualquier momento de los doce meses.             Loudon Wainwright

 

Más que en fin de año, yo empiezo el año en Septiembre. Demasiado tiempo de estudiante como para cambiar los hábitos ahora. En septiembre es cuando me planteo planes de futuro, cambios, etc. Sin embargo, coincido con Wainwright en eso de que cualquier momento es bueno para volver a empezar, para hacer acopio de esperanza y cambiar de rumbo esperando mejores vientos.

Además, estoy en un momento de mi vida en que necesito comienzos nuevos y dejar atrás demasiadas cosas. Y un Fin de Año siempre ayuda a eso.

De modo que:

Feliz Año Nuevo y que traiga con él Esperanza para todos.

No quiero que te vayas

No quiero que te vayas

No quiero que te vayas
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que se niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo.

Pedro Salinas

LA VOZ A TI DEBIDA

Versos 2191 a 2219